Agotada...



Un día te levantas y va todo bien, dentro de la situación actual, claro.
Vas al trabajo, esperas a verlo al medio día, comer juntos... Pero algo da la vuelta a todo. Lo que iba a ser un esperado fin de semana de aniversario, se convierte en ruptura...
Ahora mismo no tengo ganas de estar en la tienda, ni de atender clientes... Se ha ido. Y yo me he quedado.
Vuelvo a hacerme tantas preguntas que no voy a describir ninguna. Son las típicas preguntas de una chica cuando le pasa algo inesperado y dañino para su alma.
Mi alma. Es la que sufre todo. Decimos que el corazón... Pero para mí el corazón solo es un órgano más del cuerpo, solo que el marketing lo ha enfocado como icono del amor y los sentimientos. El alma es el lugar de los sentimientos. Yo lo sé desde hace mucho tiempo. Ella es la que sufre, ella es la que se ilusiona, ella es la que siente por el dolor del otro, ella es la que se alegra ante un niño, ella es la que se rompe cuando te abandonan, ella es la que se ilumina cuando hay esperanza, pero ella es la que acaba agotada...
Dicen que los ojos son el reflejo del alma. Me gusta mirar a los ojos de la persona con la que hablo. Mis ojos ahora deberían cerrarse, es lo que me apetece. Irme a dormir.
Pero soy una luchadora. No puedo hacer lo que hacía de niña. Ahora tengo responsabilidades y una vida adulta. Tengo que afrontar la vida, aún con mi dolor. Mi alma es fuerte, mi vida nómada junto a mis experiencias laborales, la han forjado.
Siento como por dentro estoy encogida. Solo debo esperar, desahogarme, y todo pasará.
El tiempo lo cura todo. Las heridas cada vez se curan antes.
Vuelvo a estar sola en una ciudad desconocida. No me importa.
Lo que más me duele, es que no sé porque ha pasado. Sólo que ha pasado. Se acabó. Pero no hay explicación. Y el no saber para mí es el mayor castigo.
Agotada...

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